El reto más grande que existe para un Iniciado Real es construirse una consciencia que se refleje en su forma física, con su capacidad de valoración, de razón y de espíritu, que concuerde con su capacidad de Ser y de hacer, sin sobrepasarlas demasiado, pero abierta siempre para adquirir nuevas posibilidades de ser y de hacer. Una conciencia que refleje su Luz Solar original, aceptando que siempre será diferente de cualquier otra conciencia y tendrá su propio centro en su Ser interior, proyectado hacia el exterior en busca nuevas experiencias que den respuestas a la dinámica de su Ser que se representa en forma curva y continua, espiral, en torno a un Sol.
Lo mismo sucede hacia afuera, entre el nacimiento y la muerte de cada individuo. Son muchas las experiencias posibles, pero las que finalmente lo acompañan hasta el final de su ciclo vital, si fuera posible esquematizarlas, serían curvas y continuas en esta dimensión solar donde nos encontramos. El vacío hacia dentro y hacia fuera es un convencionalismo que habla de algo que nos falta por “llenar” y mientras no lo “llenemos” seguiremos atados a esa dimensión.
Cada Ser Humano, ésta sujeto a esta Ley.
Las posibilidades de comparase con todas las formas y existencias son prácticamente infinitas y de todas ellas se aprende para ubicarse por encima o por debajo de ellas. Es el medio que nos facilita la Vida para saber donde andamos. A esto se deben las diferentes actitudes de los Seres Humanos entre sí y con respecto a las cosas. Como la consciencia se construye en razón de las experiencias adquiridas, y cada conciencia tiene un centro de gravitación, no hay dos Seres Humanos que sientan, valoren y razonen exactamente igual. Cada quien valorará en forma diferente las mismas experiencias, pero eso mismo es lo que nos da capacidad para saber si estamos por debajo o encima de tales experiencias y de sacar nuestras propias conclusiones y avanzar, respetando naturalmente las que no son iguales a las nuestras.
De esto se saca la conclusión de que ningún Iniciado Real es fanático de sus propias conclusiones, por alentadoras que estas sean. Esto es ya un principio de ética en la Sagrada Tradición Iniciática. Cualquier insistencia en la veracidad total de nuestras posturas en la realidad cierra la capacidad de comprensión y nos pone en el nivel más bajo del asunto que tratamos de comprender.
Tampoco esto da lugar a ambigüedades. Cada quién sabe lo suyo y respeta lo que saben los demás. Si es necesario plantea lo que sabe, sin menospreciar a nadie. Sabe que en el siguiente nivel de las facultades humanas las causas que se generan producen siempre los mismos efectos. En eso se basa la Ciencia y la Conciencia. Y esto precisamente es lo que nos da cabida a la dimensión espiritual – espiral – que genera el movimiento curvo y continuo de la Luz Solar, generando orden y concierto en el plano espiritual, donde todo tiene relación con Todo y todo es siempre uno y a la vez, múltiple, en el Universo.
Un individuo fanático se engaña y trata de engañar a los demás. Por eso sus méritos, cuando los tiene, deben de ser reconocidos por otros, especialmente por su Maestro, si es que participa de un Linaje y su Maestro está reconocido por alguien que lo avala a él – Seguir a Estrada no es seguir a un Hombre es seguir una Línea – dijo el S.M.A.
Así que la ética Iniciática comienza con no creer que uno es más que los otros. Por adelantado que se considere, pues probablemente sea en una o en dos cosas que se van delante de ellos y en lo demás está atrasado. Es necesaria la evaluación de alguien que se encuentre por encima y por delante del propio centro de uno. Por otra parte, si todo es uno y es múltiple ¿qué es lo que queda fuera del Todo? Ninguna sensación, arte, razón o doctrina esta encima de todo lo demás. Sólo demuestra hasta dónde ha llegado en alguno de los aspectos del Todo que sigue siendo uno.
Sin embargo, a medida que se va concientizando la Realidad uno se hace más seguro y más sencillo para quienes lo observan. En eso se conoce a un Maestro, no en sus Alardes de sabiduría. Cuando el Muy Digno Maestre Sun estuvo frente a Gurdjieff lo saludó amablemente y fue todo. Los periodistas que habían propiciado la entrevista le preguntaron: ¿Por qué no le dijiste nada? Y él contestó: ¿Qué le dirías tú a un espejo? A medida que uno va recociendo la situación donde se encuentra y sus consecuencias sabe que no hace falta preguntar nada. Todo está donde debe de estar y ser lo que debe de ser.
Cuando uno contempla las cantidad de preguntas que se hacen por los medios de comunicación a los que se dicen ser conocedores sobre la personalidad y los hechos de algún Iniciado Real, se queda sorprendido por la osadía de quienes quieren enmarcarlo dentro de sus conceptos. Al Hermano Mayor, por ejemplo, se le atribuyen infinidad de frases y conceptos que sólo están en la cabeza de quienes se los atribuyen y la de quienes los escuchan. Se quedarían desconcertados si conocieran la realidad – salpicada de frases al estilo campirano de los venezolanos – lo que más desconcertaba a quienes lo conocieron era su personalidad donde su ser, su presencia física, su razón y su espíritu eran de una sola pieza, en la realidad una y múltiple. No era ni una ni otra cosa, era él, y la Realidad era lo que tenía que ser.
La consciencia de un Iniciado Real lo hace uno con el momento en que la vive y ser también es uno con la conciencia del Universo en que la vive.
Sat Arhat José Marcelli Noli
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domingo, junio 21, 2009
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