Y necesitarás todas tus vidas y tus muertes
Para darte cuenta de que el universo
Existe fuera de ti para que lo descubras dentro…
Puentes 17 SA. JMN.
Es difícil hacer un retrato hablado de un Iniciado. Un Iniciado Real puede tener un rostro como cualquiera y hacer cosas comunes y corrientes. No se hace notar por las cosas que hace, ni por su lenguaje. Pero hay algo que inspira en forma natural. Es un individuo que ha alcanzado algo que nosotros no tenemos y que exige muchos años de esfuerzos y renunciación a las cosas ilusorias.
Tal vez la palabra sea: dignidad. Nada en él nos exige nada, pero nos dice todo lo que sabemos de las deficiencias de nuestra propia persona. Es difícil hacer el papel de Iniciado Real. Podemos copiar sus ademanes, los giros de su lenguaje y hasta usar una ropa semejante a la que él usa, y estaremos carentes de lo que hace ser Iniciado. ¿Iniciado en qué? En lo Sagrado, en lo que está presente siempre y siempre se nos escapa. El Todo en todo.
Y si alguien quiere ser Iniciado Real ¿qué le diremos?
Que procure mantenerse sano y que aproveche el hecho de estar sano para adquirir consciencia de la Realidad sin inventar una realidad a su gusto. Aceptando la realidad tal cual es y a partir de esto, examinar porqué es real para él en lo particular. Porque puede ser irreal para otros, o no afectarlos, por falta o por exceso. Después hay que quitarnos todo lo que es ajeno a su Realidad, a lo que es un apego, pero no es su Realidad.
Si logra acostumbrarse a lo cierto habrá dado un gran paso de la Realidad hacia la Verdad. La Verdad es todo, por contradictorio que parezca. Es en la Realidad donde concebimos todo por contraste y comparación. Todo lo que es Verdad. La vida y la muerte, lo masculino y lo femenino. Y pronto nos damos cuenta de que son mitades de algo que es uno, que siempre ha sido uno, pero que cuesta mucho trabajo aceptarlo y preferimos aceptar que son cosas separadas. Por eso inventamos un espíritu, dios, o entidad fuera de la Realidad, que nos responde a lo que sabemos desde siempre que es uno, pero que no logramos mirarlo en conjunto con todas sus diferencias, de edades, conceptos y tendencias que forman la unidad de la vida.
Inclusive el cielo, formado por incontables corpúsculos, como nos parecen a nosotros, que son una substancia única que gira, uniendo lo grande con lo pequeño. O lo contrario, lo que ya dejamos atrás y que llamamos lo obscuro, donde lo grande se resume en pequeño, y lo pequeño en algo todavía más pequeño, hasta perdernos en infinitos, tanto hacia lo grande como hacia lo pequeño. En el centro nos encontramos nosotros mismos, dando fe de lo que consideramos pequeño o grande, con todo lo que constituye nuestra Realidad, siempre diversa y siempre única. La vida es crecimiento, hacia lo grande; la muerte es disgregación, hacia lo pequeño. Siempre en ciclos, grandes o pequeños, en pulsaciones de energía que se expande y se contrae dando la impresión de que la expansión es vida y la contracción es la muerte.
Está además, el Instinto de conservación, que nos hace persistir en lo que somos y de dar respuestas a sus necesidades de conservación, como la respiración, la alimentación y la reproducción, entre lo más obvio. Pero también nos hace persistir en lo que pensamos o sentimos para mantener nuestra integridad. Creemos que debemos nuestra vida a lo que tenemos. De aquí la lucha por el poder, la más antigua y la más moderna de nuestras luchas:
La lucha con el mundo no te asombre
Hombre no es quien luchar no sabe
Porque nació para luchar el hombre
Como nació para volar el ave…
Antonio Plaza
A esta lucha hay que darle un sentido trascendental. En lugar de dedicarla a las luchas contra los otros. Podemos dedicarla a distinguir lo que necesitamos y lo que no necesitamos, para vivirla y que nos damos cuenta de que necesitamos muy pocas cosas que, al irse multiplicando nos van enriqueciendo de Verdad, pues son cosas más dedicadas a los sentimientos y a los pensamientos que a lo que tenemos materialmente. En esto se conoce, en parte, al Iniciado Real, en que adquiere una nueva dignidad de ser en la Verdad.
Son los primeros peldaños que nos enseñan en los Grupos de Yamines. Si nos sentimos liberados sentimos deseos de seguir explorando la Iniciación en las Escuelas de simpatizantes de Medio Gegnián y de Gegnián. En caso de que nos resulten inútiles en cualquier momento nos regresamos a nuestras disciplinas de la Gran Fraternidad Universal y seguimos siendo leales a nuestras costumbres. En caso de necesidad buscamos más y después de cierto tiempo alcanzamos el Primer Grado de Iniciación Real. Después tendremos la opción, siempre libremente consentida, de alcanzar el segundo y el tercer Grado. Y hasta ahí con los Grados de Iniciación Real. Los que siguen son Grados de Iniciación en lo Real y lo Sagrado, que no está fuera de la Realidad, sino que es su complemento natural.
Es todo un Sendero que complementa nuestras vidas y les da sentido y razón de ser, sin quitarnos nada. Es algo para toda la vida que requiere de nuestra necesidad y deseos de ser mejores Seres Humanos. Eventualmente nos da la oportunidad de alcanzar la Maestría y afrontar sus consecuencias para aceptar hacia dentro y hacia fuera la misión de Maestros sin estar obligados a condescender con nuestros discípulos.
Sat Arhat José Marcelli Noli
www.redgfu.net/jmn
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domingo, abril 05, 2009
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