Si todo lo que se piensa es cierto, por contradictorio que nos parezca, encontrar el punto donde todo es uno, comienza por negarse a sí mismo. Todo es Uno, yo soy Uno, desde un punto sin contradicción que resume todo en la propia conciencia. Esto parece imposible, y lo es, para una conciencia que comprende las cosas por complemento, pero hay un punto en que cesa la dualidad y todo sigue siendo unidad. Así se comprende una nueva dualidad que abarca la diversidad y es apenas una condición de la unidad, que supone una nueva diversidad de la unidad aparente, sin principio y sin fin.
Vida y Muerte, Día y Noche, para comenzar, son continuas en el espacio y el tiempo, lo mismo que el Hombre y la Mujer. Todo tiene un principio en el tiempo que comienza en la unidad y se resuelve en dualidad y se presenta a nuestra conciencia como la mitad de algo que comprende la otra mitad de sí mismo. De ahí la necesidad de caracterización en diversidad.
Total, seguimos en la dualidad, por más que presintamos la unidad. En nuestro mundo tiene que ser así, complementando a cada momento con lo otro, que no es más que la mitad de uno mismo. Parece arrogante pensar de este modo, pero es la única solución para la universalidad. Claro, luego encontramos una explicación en la Ley de las Octavas Universales. Cada vez que se complementan ocho niveles de la conciencia tenemos la experiencia de que todo es Unidad, hasta que desaparece y vuelve a convertirse en dualidad, siguiendo la trayectoria del número ocho. Pero para entonces nos encontramos en un nivel más alto de la misma dualidad.
Seguimos siendo, de este modo, puntos de convergencia de dualidades que experimentan la Unidad para seguir siendo contradictorias en una Realidad más alta que volverá a resolverse en una Unidad más elevada. Esta es la Ley del de los sesenta y cuatro del Señor Budha – 8 x 8 = 64, atribuida originalmente a Fo-Hi y presente siempre en los ocho Kowas, formados cada uno por tres trigramas, Yin – Yang – Tai. Cristianamente se representan en el Padre – Madre – Hijo, el principio de la dualidad que se resuelve en una nueva Unidad, que a su vez sigue reproduciéndose en nuevas dualidades. La Ley es la misma, por más que sigamos haciendo religiones exclusivistas.
Por otra parte, tiene que ser así para evolucionar. Cada vez que resolvemos una complementación nos enfrentamos con una nueva complementación de lo mismo, pero más elevada. Y así seguimos, probando nuevas posibilidades sin agotarlas nunca, por toda la eternidad. A este proceso se le llama el conocimiento. Somos testigos de nuestro conocimiento. Y a eso le llamamos Intelecto, la tercera posibilidad de nuestra Conciencia.
Pero a la cuarta posibilidad de nuestra conciencia le llamamos Espíritu. Lo que es, lo que siempre ha sido, lo que siempre será, por encima de todas las dualidades. ¿Qué es Espíritu? sigue inquiriendo nuestro Intelecto. La suma de tres posibilidades resumidas en una. ¿Qué ES lo que ES? Ahí toma la palabra el Amor. ¿Qué es el Amor? Lo máximo. ¿Lo máximo de qué? Desde el punto de vista Femenino no hay respuesta, basta con el Amor. Desde el punto de vista Masculino la pregunta sigue en pié.
Espíritu, es Speiros, espiral, hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados. En fin, espíritu es algo que se manifiesta por atracción de fuerzas en polaridad positiva o negativa y evoluciona, o involuciona. Es Realidad Inasible. Que inclusive está en todo lugar y en ninguno en particular. La palabra religiosa por excelencia, para explicar lo inexplicable, lo más elevado es Amor.
Para el polo Masculino es lo que Es, que a su vez se significa por una nueva posibilidad, la Quinta Posibilidad de nuestra Conciencia, Quinta Esencia, Quinto Sol, etc. Ser Uno, o el centro de todo lo posible. ¿Arrogancia…?
Luego, en orden numeral, sigue la sexta posibilidad – dos triángulos entrelazados. Lo Cósmico, lo de arriba y lo de abajo, para no dejar nada por fuera, lo cual da lugar al Grado de Sat Arhat, uniendo lo de arriba con lo de abajo, en Uno sólo. La Unidad consciente que se resuelve en el Uno, manifestado en la dualidad de nuestro mundo.
¿Y el séptimo? Cuando al Señor Jesús le preguntaron, dijo: Mi reino no es de este mundo. A donde yo voy vosotros no podéis ir, pero voy a preparar un lugar para vosotras, pues en la casa del Padre muchas moradas hay. Así que sigue siendo válida la Ley de las Octavas del Universo.
El Señor Budha dijo también lo mismo en su Sermón de Benarés. Contempló en silencio un Loto mientras la gente que iba a escucharlo se inquietaba, ya que no decía nada. Hasta que uno de los asistentes se puso de pié y dijo:
Señor, es perfecto
Tú sí has entendido – contestó el Budha.
Esto queda claro en las claves de cada grado de Iniciación Sagrada y Real, en lo Sagrado y en lo Real. Cualquier consejo con buena voluntad, por parte de cualquier Iniciado, entra en la relatividad de los opuestos complementarios. La unidad de la diversidad sigue siendo el ideal más noble del género Humano. En eso andamos aquí en la Gran Fraternidad Universal, con sus grados de conciencia, con sus trabajos en favor de los demás, en competencia por servir ¿a quién? a nosotros mismos, a través del servicio a los demás.
Sat Arhat José Marcelli Noli
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martes, diciembre 09, 2008
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