miércoles, febrero 06, 2008

Cartas 147

Tengo miedo a la muerte, Maestro.
Eso es bueno.
¿Por qué?
Porque si no tuviera miedo a la muerte echaría a perder su vida.
¿…?

Vayamos por partes. Observe que en México está terminando el invierno y comienza a volver la primavera. Dentro de pocos días las jacarandas estarán florecidas y nuevos retoños comenzarán a brotar de los esqueletos grises de los árboles. La Naturaleza, y nosotros con ella, estamos despertando y nos sentimos invadidos de nuevas esperanzas y posibilidades. Esto no es la primera vez que ocurre. Nos sucedido durante toda nuestra vida y sabemos que a otros les sucedió antes que a nosotros. Hay un ritmo, un ritual de invierno y primavera, de niñez y de vejez; del día y de la noche, de la vida y de la muerte, de esperanza y desesperanza; de sístole y de diástole, que procede del corazón del universo que está vivo en nuestro propio corazón. Morir es dormir, no más, vivir es despertar, y la vida se recrea eternamente e inicia y reinicia las infinitas posibilidades de su Ser.

¿Para qué?
Para conocer más de sus incalculables posibilidades.
Bueno, con todo esto de la vida y de la muerte no quiero molestarlo, Maestro…

Hablemos claro. No estoy más loco ni más cuerdo que cualquier otro Ser Humano. O la vida es eterna y tiene un fin noble o es una mala broma. Pero nacer, crecer, tratar de entender quienes somos y para que estamos aquí no es ninguna broma. Es un reto para despertar de la larga noche de la ignorancia sobre nosotros mismos como manifestaciones de la Vida. Sin embargo, nos sucede lo mismo cada mañana al amanecer, no queremos dejar la cama y echamos la culpa de nuestra desazón a la familia o al sistema de gobierno del país o a nuestro Demiurgo. Cuando resulta peligroso hablar mal del gobierno o del nombre del Dios vigente le endosamos la culpa a quien esté despierto y con su presencia haga evidente nuestra incapacidad. Eso no remedia nada y nos hace cada vez más inseguros y quejumbrosos o agresivo y aberrantes.

¿Tiene usted alguna solución?

La única solución para mí, soy yo. Y la solución para usted es usted.

¿No le parece que nos quedamos en las mismas?
Si asumimos la responsabilidad sobre sí mismos estamos en vías de una solución. El problema comienza en saber de qué hablamos cuando hablamos de sí mismos. La verdad es que no lo sabemos, digan lo que digan los religiosos doctrinarios, los políticos partidaristas, los artistas de moda y los manipuladores del terror y del miedo a la muerte. Por ahí hay que comenzar.

El Sí es el Ser ¿Ser qué? Lo que se es, sin principio y sin fin, el Potencial que busca medios para expresarse a través de la materia y de la energía, apoyada en leyes universales y el sentido de unidad dentro de la incalculable diversidad de la Naturaleza. ¿Entonces? Hay que reeducarnos. Hay que aprovechar con equidad lo que ya sabemos y enriquecerlo con la consciencia de lo que nos falta para darnos una respuesta para el momento que estamos viviendo, sin atavismos emocionales ni miedos ancestrales. Hay que tener presente la idea de la muerte para utilizar el Potencial de Ser.

Para eso es la tecnología del Yoga, el Tai Chi, la Sabiduría Tolteca y muchas otras técnicas, que actúan como tesis dentro de las antítesis de la realidad y necesitan de una síntesis equitativa que pueda ser aplicada como matesis en el presente.

La Iniciación Real en nuestros tiempos – los tiempos del Saber, de la Sabiduría – se apoya en el Ser como noción de centro dentro de una realidad – relativa, en relación a, – de siete centros que los Orientales llaman Lotos y los Occidentales Glándulas. El primer centro es el potencial de Ser como eje de la Materia, o centro de gravedad, que se localiza hacia la base de la columna vertebral y se asocias con los ovarios femeninos y las gónadas masculinas. El segundo centro es potencial activo que funciona como eje de la energía, o fuente, con funciones parecidas a las de un Sol en un sistema planetario, y se asocia con las glándulas suprarrenales. El tercer centro es de potencial ordenado conforme a las constantes universales, leyes o experiencias acumuladas, que funciona como centro regulador de la estructura humana y se asocia con el Plexo Solar. El cuarto centro es el del ritmo, el que establece la interacción entre el potencial puro del Ser y las necesidades del organismo humano, asociado con el corazón y la glándula del Timo. Los tres centros superiores están en construcción y se asocian con la glándula Tiroides, la Pituitarias y la Pineal. El trabajo principal de un Iniciado Real consiste, precisamente en mantener la función óptima de los cuatro centros que mantienen el funcionamiento del cuerpo humano como base para estructurar y hacer funcionar a todo el organismo en un plano superior que, en términos generales, se considera trascendental.

Filosóficamente este planteamiento no es nuevo. Sin embargo, puede ser práctico y funcional si se aplica de acuerdo a las necesidades del Ser Humano actual como una reeducación adecuada al momento que se vive, sin considerarlo definitivo, sino simplemente como un medio perfectible que tendrá que evolucionar de acuerdo a las nuevas necesidades que exija la evolución del proceso cósmico de la Naturaleza. Esa es la enseñanza que propone el Maestre de la Ferriere, independientemente de las interpretaciones que le demos sus discípulos con mayor o menor acierto.

Sat Arhat José Marcelli Noli
www.redgfu.net/jmn

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