El Maestro y el Discípulo. El Padre y el Hijo. La Herencia, los Genes. La Línea, el Linaje. La familia social y la familia espiritual. La voz de la sangre. Mi papá es lo máximo, dicen los niños: – Mi papá le puede pegar a tu papá – insisten. La máxima satisfacción de un Padre es que su Hijo alcance un nivel de vida superior en todos los aspectos al que él le pudo dar. La satisfacción de un Maestro es que su Discípulo supere el legado de sabiduría que él le entregó y lo transmita enriquecido a sus Discípulos. La necesidad de ser mejor de lo que ya se Es. Como es arriba es abajo. Decía Rabindranat Tagore (cito de memoria) “En el mar de playas sin fin / están jugando los niños / con murallas y castillos de arena / llegan las olas y borran todo / el Padre recoge a los niños y los lleva a casa…” Queda la experiencia, agrego yo. Mañana habrá otra oportunidad.
La relación del Maestro y el Discípulo es la misma que la de un Padre y un Hijo, en una Octava Superior de la Vida. El Padre enseña a su hijo a caminar y llega un momento en que deja de darle la mano y lo anima a caminar sin ayuda para atender sus propias necesidades. Así, el Maestro anima a su Discípulo para que renuncie a todo lo que tiene y vaya por el mundo vestido con ropa talar, a donde la vida lo llame para servir, sin pedir nada a cambio, sin llevar dinero consigo y sin tocarlo siquiera con sus manos; sin acompañamiento, sin cortar sus cabellos ni su barba; sin tener relaciones sexuales; sin participar en asuntos fúnebres, así se trate de su propia familia, por tiempo indefinido, que puede durar un mínimo de trece meses o el resto de su vida, a juicio del Maestro o de quien lo suceda en su Linaje.
Estas condiciones son las mínimas para ser reconocido como Instructor, o Gurú en el sentido oriental y occidental. Renunciar a lo que no se tiene es fácil, pero no enaltece. Abandonar las obligaciones sociales degrada.
No se trata de un voto de monje inspirado por un Rayo de Devoción a lo Divino, sino de mucho más. Inclusive la legítima aspiración, al sacerdocio o Teurgia, resulta un logro menor. ¿Masoquismo simple? ¿Magia? ¿Poder? ¿Liberación? ¿De qué?
Son muchas las interrogantes, pero la Realidad simple es la necesidad de Ser consciente de Ser ¿De Ser qué? Lo que se Es, sin fantasías, hipocresías, conveniencias personales o deseos de huir de la realidad. Se trata de crear un “Puente” de Consciencia entre el Ser y el Tener. Entre el Potencial Puro, sin principio y sin fin del Ser y la persona humana cambiante y mortal que lo refleja en su forma y en su existencia espacial y temporal, aparentemente sin razón de ser.
Dentro de la pragmática del Poder, en el sentido occidental, es un absurdo, tan absurdo como tener lo más posible y defenderlo insistentemente para perderlo al morir, cualquiera que sea la condición cultural, social o económica, de la persona, según la mística oriental. ¡Claro! Todo se arregla después de la muerte, como prometen algunas religiones, pero las regias tumbas de los Faraones llenas de tesoros y los sepulcros de algunos Reyes Mesoamericanos dicen lo contrario. “Sin abrir su ventana un sabio contempla el Universo, y sin hacer nada todo se cumple,” aseguran los Taoístas. O como dicen los charros mexicanos “Pa´qué tanto brinco estando el suelo tan parejo”.
El caso es que la aspiración a ser Instructor o Gurú, dentro de la Tradición de los Iniciados en lo Sagrado y en lo Real, no es gratuita, fortuita, ni caprichosa. Es tremendamente selectiva, exigente y excluyente, en el sentido de que no admite componendas, alianzas, compadrazgos o nepotismos. Se es o no se es consciente de Ser. Si se logra Ser se tiene todo. El Ser es la Fuente de Todo. Si no se logra ser consciente de Ser, se carece de todo, inclusive de la dignidad de Ser, a pesar de seguir siendo un eterno Ser, De Origen Noble y de presencia miserable por más justificaciones que se aduzcan. ¿Ejemplos? No es justo citarlos, sino enmendarlos, porque son nuestros propios fracasos. Pese a todo, hay unidad en la diversidad. ¿Porqué vienen a tratar de ayudarnos los Grandes Maestros? ¿No saben que los vamos a hostilizar y a tratar de ridiculizarlos para no hacer esfuerzos para Ser mejores de lo que somos en la Realidad, como ellos nos piden? “Perdónalos, Señor, ellos no saben lo que hacen,” tratan de disculparnos. “Me siento responsable por la falta de comprensión de los Hombres,” dicen. ¿Por qué? Porque nos necesitan, tal vez un poco menos de lo que nosotros los necesitamos a ellos, pero, de todos modos, por ambas partes nos encontramos en el Universo y nadie es perfecto si falta algo por hacer en esta dimensión del Universo, antes de pasar a la siguiente.
El MSMA, pasó por esa prueba. Su esposa lo demandó legalmente y después escribió un libro para desahogarse, pero no logró más que reafirmar su grandeza. El MVHM pasó por esa prueba. Los esfuerzos por negarlo todavía resuenan en el alma de algunos Seres. Algunos de los Discípulos del MVHM también la han pasado y los comentarios siguen.
Hay que observar la Realidad con sencillez y sensatez, con Zen. ¿Qué es Zen? – pregunta el Maestro. El discípulo reflexiona largamente y al fin responde: es Zen. – Eres un hablador – lo increpa el Maestro. Lo que sigue es el Silencio, la palabra inscrita en las puestas de las Cámaras de Alta Iniciación.
Esta semana será reconocido con el derecho a intentar la Prueba de Instructor, o Gurú, el M.R. Gelong Don Javier Eugenio Ferrara con todos los protocolos que impone la Sagrada Tradición Iniciática Real y el Honorable Gurú Don Gustavo Toro será confirmado como Sat Chellah. Ambos reconocidos por el MHCC y con la venia del Superior de la Orden. Obsérvenlos, invítenlos a dar respuestas a sus preguntas. Llévenlos a donde los necesiten…sin hacerles perder el tiempo.
Sat Arhat José Marcelli Noli
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martes, septiembre 18, 2007
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