martes, septiembre 11, 2007

Cartas 132

Honorable Don Juan Carlos: hace tiempo Don Antonio Velasco Piña me regaló cien libros sobre Tlacaelel, el Portador del Enigma Sagrado de los Aztecas, para que yo los distribuyera entre los estudiantes de Iniciación Sagrada y Real. La noticia del encargo se difundió como un relámpago en una noche obscura y a los cien libros les nacieron pies y echaron a correr en diferentes direcciones sin quedar uno solo para mi lectura personal. Sin embargo, esta semana descubrí un ejemplar de este libro alineado muy formalmente entre dos gruesos volúmenes del Capital de Carl Marx y las Obras Completas de Oscar Wilde. Lo tomé y comencé a leerlo.

En eso estaba cuando Rosita me dijo que le habías escrito preguntándole porqué ya no te había mandado más “Enchiladas” – Cartas fáciles de hacer, sabrosas y picantes, para la Hermandad – me puse a pensar porqué y llegué a la conclusión que no había escrito más, porque no se me había ocurrido de qué escribir. Pero en ese momento ya andaba yo enrumbado en lo de Tlacaelel y de Citlalmina su amada, y en lo cósmico y lo histórico de los Aztecas, y me cayeron encima como un aguacero torrencial los recuerdos de lo cósmico y lo histórico del Universo Acuariano de la Nueva Era.

Cuando se calmó el aguacero me encontré sentado en un gran charco de remembranzas espejeantes salpicadas con algunas gotas aisladas de agua que producían círculos concéntricos sobre la superficie. Me dejé inundar y los recuerdos fueron tomando forma y existencia con nombres y fechas. De pronto, destacó entre ellos la figura altiva y sonriente de una dama andaluza, de pié, en medio de un buen grupo de gente muy conocida y amada, especialmente de la región de la Toscana, en Italia, y de otras regiones más al norte y más al sur, entreveradas con algún Navajo Norteamericano, varios Tenochcas mexicanos, algunos Muiscas colombianos y hasta algunos Comechingones argentinos. La dama miraba en su derredor para involucrar a todos y se detenía al frente para decir directamente: Bueno, aquí tenemos a tres Maestros de alta iniciación, a tres sabios, hay que aprovechar para que nos aclaren los asuntillos del sexo que a veces nos traen algo confundidos. ¿Qué nos dicen, Maestros?

Instintivamente levanté la vista para mirar el techo de la habitación, no sé si para ponerme por encima de un asunto tan vulgar o para invocar ayuda divina. El tiempo se hizo largo, largo y vacío, no sé si más largo o más vacío, pero para el caso era lo mismo. Algo apremiaba en silencio. Miré hacia mi izquierda y encontré la mirada de Don Gustavo Toro, uno de los Maestros más especializados en llevar estos asuntos con buen humor, pero Don Gustavo me miraba a mí como un naufrago en alta mar. Entonces miré hacia mi derecha y me encontré con la mirada de Don José Michán sonriente y relajado, invitándome a tomar el toro por los cuernos, lo mismo que la gente que llenaba la sala de Yoga del Instituto de la RedGFU en Viarregio, Italia. Bien – le dije a Doña María, que permanecía de pié mirándome, tome usted asiento – El asunto del sexo tiene muchos tonos y matices que abarcan tato lo humano como lo divino. Trataré de crear un puente de símbolos entre ambos, de este modo:

UNO
Dios
Es tres personas distintas
Y un solo Dios Verdadero

Nosotros
Estamos hechos
Conforme a Su Imagen y semejanza

Somos
Tres Seres distintos
Y un solo Ser Verdadero

DOS
No había límites
No había sombras
No había luz siquiera

El Verbo nació como un gemido
Y se fragmentó en la nada
Y se hizo forma y existencia
Así nació el Universo
El Big Bang y los agujeros negros
Los minerales con sus electrones y sus núcleos
Los vegetales con sus flores y sus frutos
Los animales con sus machos y sus hembras
Y tú y yo y todos
Y todos queriendo Ser
Sin saber qué

¡Oh, amada! Ausencia que se busca en el vacío
Y se hace toda presente en la Sakthi jubilosa
Que pronuncia tu nombre y mi nombre en un solo nombre
Que lo dice todo

Sin límites
Sin sombras
Sin luz siquiera

TRES
Ella era una muchachita
Con un vestido blanco y una cinta azul
Era una muchachita que tenía en los ojos
La luz de Isis y la magia y el misterio de Coatlicue
Inspiraba amor con la dignidad de las montañas
Y la profundidad de los abismos
Kali y María vivían en su alma

La amé y me lance al abismo
Con el corazón desnudo
Y caí en las fauces de sus dos serpientes
Kali me desgarró impasible
Isis me inundó de luz
Coatlicue aplastó mi orgullo
Pero María me tomó de la mano
Y me mostró el camino que conduce al Sol

Ella era una muchachita
Con un vestido blanco y una cinta azul

CUATRO
Lo más parecido al cosmos es el cielo
Lo más parecido al cielo es el mar
Lo más parecido al mar eres tú
Cuando sonríes
Cuando sonríes amanece
Cuando sonríes cantan los pájaros
Cuando sonríes
Sonríe el cosmos
Sonríe el cielo
Sonríe el mar

Nada nuevo, como usted puede ver, Honorable Don Juan Carlos, pero ese día todos se pusieron de pié y aplaudieron un buen rato. En fin, recuerdos…

Sat Arhat José Marcelli Noli
www.redgfu.net/jmn

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