viernes, junio 02, 2006

Cartas 98

§ ¿Qué piensa usted del mal?
§ Pienso bien.

§ ¿Por qué?
§ Porque sin el mal no me daría cuenta de que estoy bien.

§ ¿Cómo lo sabe?
§ Porque pienso bien.

§ ¿Usted piensa que anda bien?
§ Naturalmente. Si yo pensara que ando mal tendría que corregirme para andar bien.

§ No lo entiendo.
§ Es sencillo. El mal sirve para saber dónde está el bien. Así, se puede escoger lo que más convenga.

§ ¿Puede convenir el mal?
§ El bien y el mal son relativos. Lo que para unos es bueno para otros puede ser malo. No hay bien ni mal absolutos. Solamente se distinguen por contraste.

§ Puede darme un ejemplo.
§ Bueno. Yo soy estradista, caminante. Sigo a un Maestro que casualmente se llama Estrada, del cual su Maestro decía que seguirlo a él no era seguir a un hombre, sino a una Línea, la Línea de varios Seres excepcionales. Yo me siento bien, pero hay personas que me dicen que ando mal, porque ellas saben lo fundamental, lo indiscutible y se sienten mal porque yo hago lo que me hace sentir bien porque me da nuevas experiencias de las mismas cosas.

§ Entonces, ¿para usted tampoco existe el bien?
§ Sin el mal, no.

§ ¿Cómo se las arregla para andar bien sin hacerle el juego al mal?
§ En la práctica, vivo por encima de los dos como Ser, y me apoyo en los dos lo más equitativamente que puedo, para vivir bien sin apegarme demasiado a ninguno de los dos. Como humano, lo mismo me apoyo en mi pierna derecha que en la izquierda para caminar. Eso me obliga a buscar constantemente mi centro de gravedad para poder avanzar. Recuerde que soy estradista, caminante.

§ ¿A qué le llama usted su centro de gravedad?
§ A mi Ego, a mi Ser en su aspecto elemental, instintivo y en sus aspectos superiores, como la dignidad moral, la lucidez mental, el respeto a la libertad de los Seres que amo y la fe en algo superior a lo que tengo como humano. Todo en el Universo gira en torno a un centro. Todas las partículas de nuestro cuerpo giran también en torno a un centro y la suma de todos los centros de nuestro cuerpo nos dan el centro de nuestra identidad, como individuos con una conciencia particular. Por eso, no todos sentimos, valoramos, pensamos o amamos del mismo modo. Algunas personas tienen miedo de estar en desacuerdo con algo o alguien y prefieren no cambiar. Otras encuentran su razón de Ser en tratar de ser mejores de lo que son. De esos soy yo.

§ Ese querer ser mejores de lo que somos ¿no es ese el pecado del Diablo?
§ Si y considero que es muy importante este pecado para ir superando nuestros errores.

§ ¿Cuáles errores?
§ Los que cometemos por no saber quienes somos, ni qué andamos haciendo por aquí. Recuerdo que en alguna ocasión un profesor de publicidad y mercadotecnia nos dijo que a la gente no le gusta leer grandes parrafadas para convencerse de lo que debe comprar. Hay que ser sintéticos, recalcó. Así que tienen ustedes cinco minutos para escribir con estilo publicitario una biografía de la humanidad, agregó. Todos protestaron. Yo me puse a escribir y en tres minutos lo conseguí. El profesor me felicitó y dijo que como publicidad mi escrito era bueno, pero como filosofía era muy malo. El escrito decía así: Como humanidad, todos nacemos, comemos, crecemos, nos reproducimos y nos morimos sin saber por qué ni para qué.

§ ¿Eso se lo enseñó su Maestro?
§ No. Eso me lo enseñó el Diablo. Mi Maestro me enseñó a respetar a todos los Seres y a todas las cosas, porque todos los Seres y todas las cosas provienen del Potencial Puro de la Unidad Divina, incluyendo a los Seres que nos resultan antipáticos dentro de la diversidad de la vida. La conciencia se hace por contraste y por comparación, aquí, en la realidad, cuando se tiene el presentimiento de algo superior a lo que tenemos, cuando se tiene Fe. Dentro de los contrastes y comparaciones el Diablo es importante, porque nos hace pensar en algo que se encuentra por encima de los contrastes y de las comparaciones, en algo eterno, algo que es Verdad y manifiesta sus infinitas posibilidades de Ser como forma y existencia en Espacio y en Tiempo, en una realidad cambiante que pasa y al pasar la sentimos como materia por medio de un sistema material, cerebro espinal; la valoramos como energía, la pensamos como mente y la encontramos en el presente, siempre en forma curva y continua, espiral, espiritual, universal, que mantiene simultáneamente su unidad y su diversidad, por expansión y contracción, por amor y por libertad, como lo hace nuestro corazón.

§ Así que usted es una especie de abogado del Diablo.
§ Pienso que el Diablo no necesita defensores y mucho menos prosélitos. Se basta solo porque es un destacado hijo de Dios. Los abogados del Diablo son gente muy docta y respetable que ayuda a desenmascarar a los que inventan santos. El Diablo cumple una función benéfica y práctica, pues nos sirve para culparlo de nuestros errores. Culpar a nuestra familia o a nuestros gobernantes es peligroso, pero culpar al Diablo mantiene nuestra estima y hasta nos hace virtuosos a los ojos de los demás.

§ ¡Eso es una blasfemia!
§ No me diga que el Diablo es otro Dios, porque eso sí sería terrible, al menos para quienes tenemos suficiente con un solo Dios que se explica como Tres personas distintas y un solo Dios Verdadero, a cuya imagen y semejanza estamos hechos los Seres Humanos, como tres Seres distintos y un solo Ser Verdadero, es decir, el Ser en Sí y el Ser en Hombre y en Mujer, dos aspecto de un solo Ser.

§ ¿De veras piensa usted así?
§ Por ahora sí, pero no le aseguro que mañana piense igual, porque mañana ya seré otro, sin dejar de ser el mismo.
§ Hablemos en serio.
§ ¿Cree usted que no lo estamos haciendo? Este asunto del mal y del Diablo es muy relativo y hay que tomarlo con sencillez. De otro modo comenzamos a tener miedo y nos volvemos agresivos y fanáticos y tratamos de justificarnos haciendo guerras santas. Es sano hablar de vez en cuando de estas cosas para ventilarnos el Alma.

Sat Arhat José Marcelli Noli
www.redgfu.net/jmn

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