martes, noviembre 08, 2005

Cartas 83

El día uno de noviembre es el día de Todos los Santos en México, el día dos es Día de Muertos y el tres lo acabo de declarar Día de los Renacidos. Va el cuento:

El Día de Todos Santos me sentí incluido en el festejo y viajé con Rosita al Ashram de Coatepec. El día era esplendido. Por la noche bajó la temperatura y el cielo se obscureció. El día siguiente amaneció helado y sin Sol, muerto, de acuerdo con la celebración. La gente del Ashram se fue a festejar a sus muertos. Entonces, encendí la chimenea y me puse a leer un novelón truculento de Dan Brown: “La Conspiración”. Cuando ya iban los protagonistas sobre una plataforma de hielo en medio de una tempestad, a punto de morir bajo una lluvia de balas de sus enemigos cerré el libro y me puse a ver el fuego…

§ En este árbol acostumbraba recargarse el Sublime Maestre – me explicó la Hermana Armantina Rivera cuando visité el Ashram de El Limón en Maracay, Venezuela – Un día vino un Swami Hindú y puso su oído sobre la corteza del árbol y nos dijo que oía los latidos del corazón del Sublime Maestre. Recorrimos el Ashram y llegamos al lugar donde el Maestre vivió en una cabaña que ya no existe – ignoro porqué – y solo queda un piso de cemento en color rojo con franjas de pintura blanca que daban la impresión de ser un dibujo arquitectónico, en planta, de la cabaña. Ella me dijo donde había estado la mesa donde escribía, la cama donde dormía y nada más. Luego me llevó a saludar al Venerable Maestro Gil Colmenares, pero él estaba ocupado cortando una torta y no pudo saludarme…

Volví a la lectura. La narración se hizo cada vez más helada y mortal y mejor me puse a mirar los muebles de la sala. Me detuve en un sillón…

§ Lo busca a usted el maestro José Rafael Estrada – me anunció Don Josué Rosas.
§ Dile que pase y te sientas cerca de mí sin abrir la boca y sin perder nada de lo que oigas – le pedí.
§ El Maestro Mejías lo manda saludar – me dijo el maestro José Rafael – al tiempo que me tendía la mano – Se la estreché y lo invité a sentarse en el sillón que ahora estoy mirando. Él miró a Don Josué Rosas y luego me miró a mí. Fingí no darme cuenta de su muda pregunta.
§ Es un honor para mi que el Maestro Mejías me mande saludar – comenté – La única vez que me escribió una carta manuscrita me decía que los Guardianes del Umbral me iban a impedir la entrada al Templo si seguía ayudando al Hermano Mayor.
§ Hay cosas de los Maestros que encierran un sentido secreto – me explicó – El Maestro Mejías desea que hablemos usted y yo con él.
§ ¿Sobre qué le gustaría al Maestro Mejías que habláramos?
§ Es algo que solamente él se lo dirá a usted.
§ Naturalmente, pero, ya sabe usted, los trabajos de este Ashram me tienen muy ocupado.

Noté que Don José Rafael se sintió molestó, dentro de su amable modo de ser. Yo traté de imitar su amabilidad y me mantuve atento y sonriente. Al fin dijo:

§ Es sobre el Maestro Ferríz.
§ Entonces la cosa es sería – reflexioné – la última vez que hable con el Maestro Ferríz me dijo que me iba a demandar por publicar un libro apócrifo con su nombre como Autor. Le aseguré que no era procedente porque tenía yo su escrito original con instrucciones de edición calzado con su firma.
§ Esa no es la firma del Gurú Ferríz, sino la del Gegnián Ferríz.
§ Bueno, veremos qué dice el juez…

Cuando el maestro José Rafael se fue, le dije a Don Josué Rosas.
§ Ve a ver al Maestro Mejías a la Casa de la Colonia Aragón y pregúntale si quiere verme.

Josué regresó un par de días después y me confirmó que el Maestro Mejías quería verme. René Cardineau se ofreció para llevarme.

§ Estrada se equivocó – dijo el Maestro Mejías.
§ ¿En qué? – le pregunté
§ Desobedeció.
§ He leído todas las obras del Sublime Maestre, incluyendo sus Cartas Circulares, y veo que el Hermano Mayor instrumentó, paso a paso, para que se cumpliera lo que el Sublime Maestre anunció para la Era del Acuarius.
§ Si leyó bien, el Sublime Maestre lo desautorizó.
§ Con todo respeto, Maestro, eso solamente fue una lucha por el poder fomentada por los discípulos del Sublime Maestre.
§ De todos modos hay que obedecer al Maestre.
§ Entonces la lucha por el poder seguirá. Solamente le pido a usted que sea una lucha de caballeros.
§ ¿Por qué lo dice?

Le expliqué algunas de las cosas que estaban sucediendo y el me miró con sus ojos muy abiertos y no dijo nada más.

Estos días de muertos traen recuerdos que deben de quedar muertos.

Lo bueno fue que el día siguiente fue luminoso y calido y todo volvió a ser mejor de lo que siempre había sido. Por eso lo declaré “Día de los Renacidos”.

Sat Arhat José Marcelli Noli
www.redgfu.net/jmn

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