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El cambio, la transición de una época o Era hacia otra requiere de ajustes que exigen sensibilidad, inteligencia y equidad, como lo estamos viviendo actualmente en México. Siempre hay fuerzas, costumbres e intereses que se resisten, y deseos, anhelos y esperanzas que exigen osadía y persistencia. Sobre todo, cuando el cambio involucra a la totalidad del Ser Humano, como se aprecia en el cambio de la Era de Piscis a la de Acuarius. No es fácil pasar de la Fe al Saber, en el sentido de Sabiduría, a pesar de que la Sabiduría no niega la validez de la Fe y la reconcilia con la Conciencia en una dinámica polarizada que involucra al Ser Humano total.
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En los primeros tiempos el SMA recogió “…el mensaje eternal de la Sagrada Tradición Iniciática Real…” bien documentado, y lo entregó a quien lo esperaba y fue después su Primer Discípulo, todavía coloreado con el mesianismo y el misticismo de los últimos dos mil años. El Primer Discípulo lo asumió de acuerdo con las grandes Tradiciones de Sabiduría de Piscis que se mantenían en algunas escuelas, en las cuales él llegó a ser dirigente. Sin embargo, su Maestro le exigió mucho más que la continuación del ocultismo y del esoterismo donde se había refugiado la Tradición. Inclusive, lo obligó a retirarse durante cuarenta meses en total aislamiento para aquilatar su misión.
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Cuando el Primer Discípulo abandonó su retiro con una compañera y un hijo para reiniciar su misión causó escándalo entre los seguidores originales de su Maestro. En esos tiempos llegué a la Gran Fraternidad Universal a través del Instituto de Yoga del maestro Luis Murguía y él me pidió que asistiera al Ceremonial que el Maestro realizaría en la Noche de Navidad en un Santuario de la Villa de Tlalpan, al Sur de la Ciudad de México. Mis impresiones las escribí en el libro titulado Estrada, para servirle con apuntes como éstos: “La Noche de navidad del año de 1961 falté a la cena familiar. No fue fácil explicárselo a Rosita, mi esposa (…) Entré en una casa modesta. Hacía frío y no conocía a nadie (…) había unas doscientas personas de muy diversas clases sociales (…) Cuando el Maestro llegó todos los rostros se iluminaron con sentimientos de alegría, de esperanza, de ternura y de veneración exaltada (…) algunos, hasta el grado de inclinarse y besarle los pies (…) Tras del Maestro entró su esposa con su hijo en brazos (…) los rostros se fueron ensombreciendo al paso de ella como los campos de Verano cuando cruza alguna nube solitaria (…) en la madrugada de esa noche soñé que un niño apaleaba a un perro grande y lanudo que mostraba instintivamente los colmillos (…) luego gañía y se acercaba a lamer los pies del niño…”
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“El Maestro José Manuel Estrada tenía el don de la naturalidad a pesar de que todo en él parecía inusitado (…) sus barbas blancas y largas. Su rostro recio y viril, su mirada sin reservas, su capa de templario y sus sandalias de peregrino (…) bajo de estatura y delgado, hacia sentir la reciedumbre y la bondad de su figura pulcra y digna. Parecía venir del pasado, de lo mejor del pasado, y hacía presentir algo noble del futuro; sin embargo, su sencillez lo colocaba a todo él en el presente.”
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Para los que conocimos al Maestro Estrada en esos tiempos, sus pensamientos y sus actitudes nos parecieron estimulantes demoledoras. Hablaba sin subterfugios místicos de lo Sagrado y sin remilgos de lo elemental y humano. Literalmente, nos derrumbó nuestras estructuras académicas, filosóficas y místicas. Para los que lo habían conocido antes y lo asociaban con personajes del pasado los resultados fueron traumáticos. Era un innovador que no renegaba del pasado ni recurría al miedo por el futuro para justificar su enseñanza, pero exigía mucha entereza para afrontar el presente sin renunciar a las obligaciones contraídas por cada quien con su familia, su sociedad y sus autoridades. Su misión en esa época consistió en crear una infraestructura eficiente para preparar a los Seres Humanos para una forma de vivir creativa y responsable.
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El Maestro Estrada nos pedía que no perdiéramos ningún detalle de lo que la vida nos presentaba a cada instante y que tratáramos de reaccionar equilibradamente. De esa enseñanza saqué yo el eslogan de estar siempre actualizados y equitativos. También nos decía que debíamos de elevar nuestra conciencia y aplicarla a la vida real. Con mi manía de hacer aforismos convertí esa enseñanza en el eslogan Conciencia con eficiencia. Nos decía también que la Iniciación es creativa y la regresión es destructiva. Regresar a lo que ya fue dicho o fue hecho, y resultó positivo en su tiempo, impide seguir avanzando hacia nuevas posibilidades del Potencia Puro del Ser.
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La Vía, El Sendero, la Estrada, que delineó para la Nueva Era del Acuarius no niega nada de la Sabiduría antigua y la enriquece con señales válidas para los tiempos de la Era del Acuarius, como la actualización de las disciplinas tradicionales del Yoga y la Astrología; del lenguaje de la Qabalah y de la Magia; de las Cámaras Secretas, y de los Centros de Desarrollo Humano y Educación Ambiental y trascendental, conocidos como Ashrams en el Oriente, y las Escuelas de Iniciación Real en nueve niveles señalan el cambio, el paso de Piscis a Acuarios, de la Fe a la Conciencia y con ambas a la Sabiduría.
Sat Arhat José Marcelli Noli
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viernes, abril 15, 2005
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