Cartas, Puentes y Notas 50
§ Usted, personalmente, tuvo problemas por seguir al Maestro Estrada?
§ Don Javier Otal, de Huesca, España, me acaba de mandar una caricatura del diario el País, donde una monita le pregunta a un monito: ¿porqué siempre tenemos que aprender a palos? y la verdad es que no me dio risa porque sentí que toda mi vida Iniciática estaba resumida en esa pregunta. La Iniciación Real no es fácil.
§ Cuéntenos algo, por ejemplo ¿cómo encontró a su Maestro?
§ Llegué a este asunto de la Iniciación sin proponérmelo. Me inscribí en el primer Instituto de Yoga que abrieron al público en México y me quedé impresionado con la sabiduría del director. A los pocos días él me preguntó si sabía yo de algún cerrajero para que le cambiara todas las llaves de las cerraduras del Instituto. Para quedar bien con él tomé la navaja que usaba en las escaladas de montañas, saqué los cilindros de las cerraduras y se los llevé a un cerrajero que estaba a media cuadra. En pocos minutos estuve de vuelta y volví a colocar los cilindros. El hombre sonrió y respiró con satisfacción. “Es que me amenazaron los Hermanitos de la GFU con venir a apedrear el instituto y tienen llaves de las puertas” – me explicó sin que yo le preguntara – Aparenté que esas cosas eran normales y me atreví a preguntarle: ¿porqué? Por que dicen que me estoy haciendo rico con el Yoga del Sublime Maestre. No me atreví a preguntar más
§ ¿Y qué más?
§ El director siempre hablaba con reverencia de su Maestro, un personaje que estaba en retiro en algún lugar remoto que nadie conocía. A los pocos meses nos llamó a cinco alumnos de yoga y nos dijo que su Maestro había regresado del retiro para cumplir una misión secreta que los Hermanos de la Fraternidad no comprendían. Nos pidió que le diéramos nuestra palabra de honor de que, pasara lo que pasara, ayudaríamos a su Maestro. Se hizo un silencio profundo. Yo me animé a decir que no conocía a su Maestro pero que lo conocía a él y confiaba en él y le daba mi palabra de ayudar a su Maestro, sin saber a qué. Luego los otros cuatro, entre los que se encontraban dos damas, prometieron lo mismo. Unos meses después me topé con el Director en la calle y me dijo que dejara de andar ayudando a Estrada porque se había equivocado y se iba a caer. Me sentí como si me hubiera atropellado un carro. Cuando reaccioné le dije que de todos modos lo iba a tratar de ayudar porque había dado mi palabra de hacerlo. El hombre se alteró un poco, pero al fin dijo: Bueno, su palabra me la dio a mí y yo lo relevo de su palabra. Le di las gracias y le dije que de ahí en adelante seguiría por mi cuenta. ¿Porqué? – volvió a preguntarme – No sé nada de Maestros, pero no es de hombres abandonar a un hombre a mitad de la pelea – respondí.
§ ¿Y que pasó después?
§ Nada, descubrí que el Maestro Don José Manuel Estrada era el hombre más notable que había conocido en mi vida, incluyendo a los grandes hombres que había conocido en el antiguo Colegio de México, a algunos Maestros Orientales con alto prestigio y dos o tres grandes empresarios que me daban trabajo. Él siempre me habló con mucha admiración y respeto de su Maestro, el Muy Sublime Maestre, el Doctor Serge Raynaud de la Ferriere. Yo amo al Maestre a través de él.
§ ¿Él lo reconoció a usted como Maestro?
§ Sí, me dio las claves y el Ordenamiento de Guru. Cuando estaba yo en la prueba tradicional para los Maestros de Iniciación Sagrada y Real, viajando por La Paz, en Bolivia, supe que había dejado este plano de vida y que había dicho que yo había cumplido y que mi prueba estaba terminada. También supe que el señor Presidente Don José López Portillo mandó un escuadrón de motociclistas del Estado Mayor Presidencial para escoltar el carro fúnebre que lo condujo a su tumba.
§ ¿Usted le vio algún acto supranormal?
§ No. Todo lo que hacía era tan natural que a veces parecía que sucedía más allá de lo natural. Los Grandes Maestros hacen cosas sencillas que parecen milagrosas, como la aparición de un devocionario de él, con todas las claves de los Grados de Iniciación Sagrada y Real, que llegó en un momento especial; la Cruz pectoral del MSMA, su Estola y su Altar. Etc. Todo llegó en forma natural y se quedó en México porque sus otros Discípulos cortaron toda la comunicación con nosotros, a pesar de que les avisamos. Tal vez no nos creyeron.
§ Usted conoció a los otros Discípulos del Sublime Maestre
§ Si. Tuve un par de entrevistas, alguna carta manuscrita del Venerable Maestro Mejías y algunos desencuentros con el Maestro Ferriz. Conocí a Don Ismael Pacheco, a su familia y a la esposa del Maestro Gil Colmenares, mexicana de nacimiento. A él propiamente no lo conozco todavía, pero lo vi alguna vez en El Limón. Esos son los Discípulos que Él reconoció, hasta dónde yo sé.
Sat Arhat José Marcelli Noli
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viernes, febrero 18, 2005
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